La
pedagogía progresista desarrollada por John Dewey en EEUU supuso una gran
renovación de los métodos educativos de principios del siglo XX, hasta el punto
que sigue siendo aplicado en muchos centros estadounidenses a día de hoy, pese
a las fuertes críticas recibidas por parte de los conservadores
fundamentalistas.
El
método de Dewey presenta claras ventajas respecto al sistema de educación
tradicional: se trata de un método autodidacta, donde el alumno desarrolla desde
pequeño sus propias capacidades físicas, emocionales e intelectuales guiadas en
todo momento por el docente, ya que su plena implicación supone un declive en
el desarrollo. Este aspecto nos recuerda a Montessori, y hace plantearnos la siguiente
cuestión: ¿fue Montessori una influencia para Dewey o ambas propuestas
pedagógicas llegaron por separado a similares conceptos?
La
idea del docente como guía implica que ha de ser una persona muy capacitada ya
que asume una tarea difícil que exige tiempo, esfuerzo y dedicación, lejos del
mecanismo; ha de ser capaz de idear actividades que interrelacionen la vida
cotidiana de cada alumno, la sociedad y los conocimientos que sean vitales para
su futuro. De este análisis surge la pregunta, ¿Tenemos en la actualidad docentes
suficientemente implicados para asumir esta tarea? ¿Es más “cómodo” para ellos
impartir una educación tradicional?
Una
crítica que ha recibido el método es que el docente puede manipular a los
alumnos conduciéndoles hacia donde él quiera. Pero, ¿no existe más manipulación
en la educación tradicional? Es en la educación progresista donde el alumno
llega a sus propias conclusiones, dejando de ser el recipiente vacío a llenar
por el docente con lo que él considera verdad absoluta.
Una
cuestión que se plantea tras el análisis del método es que puede llegar un
momento en que el alumno sepa más que el docente. ¿Qué ocurre en este caso? La
respuesta es sencilla, es una muestra de que el método funciona y el docente
tiene que seguir motivando al alumno, guiándole para que siga profundizando en
estos temas.
Por
otro lado, la metodología de Dewey no habla de asignaturas sino de ocupaciones,
actividades funcionales ligadas al medio social del alumno, en torno a la
madera, alojamiento, ropa, alimentación,… La práctica de estas actividades hacía
que los alumnos se fueran interesando poco a poco en las materias de estudio
como la historia, la ciencia,… Para llevar a cabo esto, comenzaban con
actividades que fueran más cercanas y familiares, para ir avanzando poco a
poco, de forma natural. La educación actual no respeta las culturas locales, ya
que invade culturalmente al imponer contenidos que no siempre se relacionan con
el alumno y su medio social.
La
pedagogía de la acción de Dewey se define como práctica. Está claro que cuando
el aprendizaje es más activo, la retención de lo aprendido es mayor. Hoy en día
es tanta la información que resulta imposible aprenderla. Esto lleva a que es
más importante formar a alumnos que sepan buscar esa información y filtrarla
para ser capaces de dar respuesta a los problemas que se les plantean.
Aun
cuando está demostrado que el método Dewey da buenos resultados en la
educación, sigue sin ser una práctica habitual en las escuelas españolas hoy en
día ¿Cuál es la causa? El motivo es claramente político. Vivimos en una
sociedad en la que, tristemente, el gobierno desea crear personas rutinarias, poco
propensas al cambio, frente a la posibilidad de crear personas inteligentes,
con espíritu crítico, ya que éstas son capaces de pensar por sí mismas, de
cambiar la sociedad y es algo que no beneficia al gobierno. Por otro lado, la
aplicación de este método supone una mayor inversión económica en educación, y
nos encontramos en una situación en la que el gobierno sólo “ofrece” recortes
en temas educativos. En definitiva, se trata de métodos ignorados por la
política actual ya que tal vez, no interesen los cambios hacia una educación
comprometida con una sociedad más justa e igualitaria.
Por
otro lado, problemas actuales como el fracaso escolar o la insatisfacción
laboral podrían ser solucionados con este método, ya que su aplicación implica
la libertad de elección del alumno hacia aquello que realmente le motiva, y que
le permita dar lo mejor de sí mismo y ser feliz con lo que hace porque es lo
que le gusta y no lo que le han impuesto. En la actualidad, muchos alumnos
pasan su etapa escolar sin saber qué es lo que realmente les gusta o de qué son
capaces, ya que se han visto obligados a tratar una serie de materias de forma
general, nada personalizadas, y con un sistema memorista acumulativo de
conocimientos (sistema que no fomenta la investigación ni las nuevas ideas y
que tiende a perdurar muy poco en su cabeza debido a la falta de interés que
despiertan los temas estudiados e impuestos). Si se les diera a los alumnos la
capacidad de elegir lo que les gusta y motiva los resultados cambiarían
considerablemente: nos encontraríamos con una sociedad motivada por aprender,
autodidacta en el aprendizaje ya que si algo te motiva buscarás aprender más de
ello y como consecuencia formaría a personas felices e ilusionadas con su
trabajo.
Hemos
de ser conscientes que la base de la sociedad, el progreso y el cambio está en
las aulas, y que es ahí desde donde se debe comenzar a actuar.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:
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L. (Trad.) (1977). Mi credo pedagógico.
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la pedagogía actual. Revista digital Enfoques Educativos 26 90-109.
Recuperado de www.enfoqueseducativos.es/enfoques/enfoques_26.pdf
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de Dewey en España y Latioamérica. Utopía y Praxis Latinoamericana Año 6.
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